viernes, 12 de abril de 2013

Mi reino por un poco de caballo o algo de igual valor.

Ya lo decía la canción de Def con dos en tiempos mejores para la monarquía. Una institución que se desmorona cada día un poquito más. Una nueva imputación en los tribunales, un escándalo en su ámbito privado, unos dineros en Suiza, yo que sé... esto en el último mes.

La monarquía es una institución hereditaria, machista, militarista, oscurantista, pomposa y cualquier cosa que pueda sonar a antiguo (en la acepción más peyorativa del término). Aún así aquí se le ha dorado la píldora, se ha jugado a mantener un prestigio de cara a la galería que en privado se pasaban por el forro de sus reales. Se hablaba de la modélica transición, del 23F, de sus privilegiadas relaciones en el extranjero, de su labor como embajador de España, era lo mejor que nos había pasado en la historia.

Es cierto que siempre se ha hablado de que nuestro Borbón tenía el vicio de su familia, que su relación con su consorte era escasa  y que sus amigos no eran los más recomendables, pero se le perdonaban sus pecadillos, era el rey de la transición.

Las cosas han cambiado. Yo pongo como fecha de inicio de este proceso la fecha en la que se emitió un programa de Sardá en el que Manel Fuentes imitaba al monarca. Yo no daba crédito, ¡estaban imitando al rey en televisión! Era increíble, nunca se había hecho. Pero no paso nada y las cosas siguieron su curso (largo, poquito a poco, como la erosión que forma los valles) hasta la foto del elefante muerto a su espalda, las imputaciones de Urdangarín y la relación con su amiga alemana (en la quinta acepción del término según la RAE).

Todos los esfuerzos de los diarios de su cuerda, el uso de poder de su camarilla y la defensa cerrada de los partidos hacia su persona no está sirviendo de nada. Esto se acaba. Él se lo ha buscado, recibiendo comisiones de saudíes, metiendo su real miembro en lugares poco recomendables, apadrinando negocios poco claros, dejando su papel institucional en discursos vacíos y chascarrillos. Luciendo una campechanía que no era la suya.

No entro ya en el poder que pueda ejercer, la influencia que pueda tener en los distintos gobiernos de este país y de otros. Eso ya lo descubriremos en próximas entregas de esta desafección popular que espero que llegue a llamarse tercera república.

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