miércoles, 11 de enero de 2012

Las culpas, las explicaciones y las borracheras

Ultimamente intento portarme cuando salgo de noche, y con noche quiero decir salir de casa para meterme en garitos y pubs de dudosa reputación y tomarme unas copas. Hace tiempo que no me arrepiento de hechos, palabras o demás circunstancias que hacen que a la mañana (o mediodía) siguiente tenga algún tipo de remordimiento. Imagino que tengo más tacto o que, como este fin de año en el que me cegaron los chupitos (malditos sean los licores que se sirven en formatos pequeños, por que de ellos saldrá la resaca del infierno), no recuerdo con claridad.

Pero que no me arrepienta de lo hecho ultimamente no quiere decir que no lo haga de comportamientos acaecidos hace algo más de tiempo, o que no me sienta avergonzado de cosas que he dicho o hecho. Digamos que el alcohol me convierte en un tipo con más lengua, con algo más de desparpajo y con menos sentido común. No es nada nuevo. A lo largo de los más de quince años que llevo saliendo (con algunas interrupciones) he cometido infinidad de tonterías, comentado temas escabrosos, insultado, vejado, hablado de temas en los que no me debería de haber metido, me he insinuado sin ningún tipo de vergüenza, etc. Toda una retahila de mierda. Aunque ha habido momentos buenos en los que me he reído, he hecho reir, mis insinuaciones han tenido éxito (pese a la poca vergüenza), han salido anécdotas para recordar cuando sea un anciano decrépito en un asilo gestionado por una bruja asociada con un cura, etc.

¿Qué pretendo con este post? ¿Lo hago por confesarme de una forma laica y sin recibir un bienintencionado perdón? ¿Intento, acaso, limpiar mis culpas? No, nada más lejos de la realidad. Sólo decir que cada uno es responsable de sus actos, por muy poco que le gusten. No los ha cometido otra persona, un ser sobrenatural que se cuela en su cerebro ni un espíritu que lo posee. Has sido tú, ¿te crees que no te he visto? has sido tú, como diría la canción. Beber no exime mis comportamientos, simplemente ofrece una explicación simple y llana, que no me perdona ni me conmuta la pena a pagar, cada vez que recuerde esas cosas.

Así que recordad niños, si bebes eres tú el que lo hace, ni don Pimpón, ni Espinete, ni el espíritu de las navidades pasadas. No te eescudes en "había bebido mucho" y pide perdón, cojones.

pd.- Pedir perdón no siempre es necesario. Aparte que a veces no tienes a quien pedírselo.

No hay comentarios: