viernes, 20 de enero de 2012

En el fondo del vaso estaba la verdad

El ruido se alargaba entre las paredes como un chicle recién mascado. No podía más, le costaba respirar tras cada bocanada al cigarrillo, con su pastoso sabor a nicotina y alquitrán. Pero el trabajo era el trabajo y su vicio lo había convertido en un molesto adicto, molesto para sus padres, sus amigos y sus recién adquiridos socios. Las paredes parecía que se le echaban encima y ese asqueroso ruido no lo dejaba pensar con claridad, como tampoco lo hacía el mono, que le aguijoneaba continuamente su orgullo, sus tripas, su cabeza llena de un montón de ideas.

Cuando todo acabó, el cuerpo del yonqui estaba en medio de la estancia, muerto encima de un charco de su propia sangre, toda aquella sangre que pedía a gritos una chuta más. El agente uniformado que lo miraba se fijó en el vaso que tenía al lado. Se puso los guantes de látex y lo cogió, como si quisiera ver el pasado en su interior. Lo examinó un buen rato, mirando las marcas que habían dejado todos aquellos lavados en el lavavajillas, los restos de cerveza del fondo y la colilla apagada en su interior. No le dió demasiada importancia.

Cicatriz se rascó la incipiente barba y se dijo a si mismo que lo que acababa de hacer le iba a traer consecuencias. Tiró la navaja en el hueco del ascensor del edifico de oficinas y subió al último piso, necesitaba respirar un poco de aire fresco. Aún tenía en sus pulmones el humo del cigarrillo que aquel yonqui se había atrevido a echarle a la cara.

3 comentarios:

Rato Raro dijo...

No esta nada mal...

Un abrazo,

Rato Raro

jaramos.g dijo...

Buen relato urbano, Soyun. Me gusta casi todo. Digo casi, porque el título... tal vez sea mejorable si se acorta, ¿no? Lo has estirado como el chicle... ¡Qué buen símil, amigo Soyun! No el mío, sino el tuyo. Salud(os).

Soyunmendrugo dijo...

Gracias, jaramos. El problema con el título es que desarrollé el relato a partir de él.